El Otoño comienza a hacerse fuerte y poco a poco nos enfrentamos a días más fríos. Y precisamente esta bajada de temperaturas no es la mejor aliada de nuestra piel, pues se convierte en el mejor caldo de cultivo para que se pongan de manifiesto problemas cutáneos como las rojeces, que suelen padecer las personas de piel sensible. Aunque en sus inicios no reviste más problemas que los puramente estéticos, los dermatólogos opinan que desde los primeros síntomas deben tomarse las medidas oportunas, porque  en torno a los 35 o 40 años puede derivar en rosácea, una afección dérmica mucho más severa.

¿Cuáles son los efectos del frío en nuestra piel?
El frío afecta a tu piel pues causa vasoconstricción en los capilares de la piel, los capilares se contraen disminuyendo la irrigación. Esto causa que no lleguen suficiente oxigeno ni nutrientes a las células de la epidermis, dejando la piel con un aspecto apagado. También se retrasa el ciclo de la renovación celular y se acumulan las células muertas, causando una sensación de tirantez y falta de confort debido a que esta capa de células muertas impide que la secreción sebácea natural de la piel llegue a la superficie para lubricar y nutrir la epidermis, dejando la piel seca y sensible.

¿Qué tipos de piel son más propensas a la aparición de este problema de enrojecimiento cutáneo?
Las pieles más secas, finas y claras suelen ser más propensas al enrojecimiento cutáneo ya que tienen menos glándulas sebáceas y, por lo tanto, la barrera protectora de la piel debilitada. Al ser más finas, visualmente se percibe la microcirculación más a la superficie de la piel.

¿Cuál debe ser la rutina de cuidado facial de una persona de piel sensible?
Las pieles sensibles tienen que tener mucho cuidado a la hora de elegir productos cosméticos. La limpieza y la hidratación son imprescindibles, pero siempre utilizando productos adecuados para este tipo de piel.